Ubicada en Trafalgar, en la región de Gippsland, Australia, The Nak House es una casa desarrollada por el estudio Wolveridge Architects, a partir de una construcción preexistente que solía funcionar como un pequeño matadero de caballos. Lejos de demoler todo y empezar desde cero, los arquitectos decidieron trabajar con lo que ya había, respetando la estructura original y dándole una nueva vida como vivienda. Se conservaron los muros de bloques de concreto, que hoy son parte fundamental del carácter de la casa, y se abrieron nuevos huecos para que pudiera entrar luz natural y circular el aire. También se agregó un entrepiso de madera, creando un dormitorio en altura con vistas al bosque.
El diseño general es simple y funcional, pensado para una vida tranquila, de bajo mantenimiento y en contacto con el entorno natural. En la planta baja se ubican los espacios comunes, como la cocina y la sala de estar, mientras que en el nivel superior está el dormitorio principal. Toda la casa está organizada para aprovechar la luz natural y las vistas.
Uno de los aspectos más destacados del proyecto es el uso de materiales honestos y duraderos. Los muros de concreto quedaron a la vista, mostrando su textura original, y aportan una sensación de solidez y de continuidad con la historia del lugar. La madera clara, de origen local, se usa en pisos, techos, muebles y detalles, aportando calidez y contraste frente al gris del concreto. El vidrio está presente en grandes ventanales que permiten conectar visualmente el interior con el paisaje, y también hay detalles en metal pintado de negro que definen con claridad ciertas terminaciones sin llamar demasiado la atención.
La paleta de colores es muy natural: grises, marrones, tonos madera y negro, todo en sintonía con el entorno del bosque, aunque hay elementos con toques de color como lo es la escalera en azul. Esta elección no solo es estética, sino también práctica: los materiales están en su estado natural o apenas tratados, lo que hace que no requieran mucho mantenimiento. Nada está recargado ni decorado de más; cada material se muestra tal como es.
Un detalle que llama la atención es el baño, donde una gran puerta corrediza permite abrir completamente el espacio hacia el exterior. Esto transforma una acción cotidiana, como ducharse, en una experiencia integrada con la naturaleza, sin perder privacidad. Es un buen ejemplo de cómo el diseño puede mejorar la relación entre las personas y el entorno, incluso en los espacios más simples.
Desde el punto de vista ambiental, la casa aprovecha al máximo los recursos del lugar: la ventilación cruzada, la orientación para captar luz solar, el uso del concreto como masa térmica (que ayuda a mantener la temperatura), y materiales durables que no requieren recambios frecuentes. Además, reutilizar el edificio existente reduce el impacto ambiental y da valor a una estructura que de otro modo se habría descartado.
The Nak House es un proyecto que demuestra cómo una construcción antigua y aparentemente poco atractiva puede transformarse en una vivienda moderna, eficiente y profundamente conectada con el paisaje. Sin excesos ni artificios, esta casa propone una forma de habitar más simple, consciente y en armonía con el entorno natural.
Las fotografías son de Tasha Tylee
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